La mayoría de los coches duermen o quedan muchas horas estacionados a la intemperie, por eso, resulta evidente que las condiciones climatológicas les terminan afectando de una u otra forma. Si con en los meses de calor hay que vigilar que el coche no sufra un sobrecalentamiento, en esta época de frío son otros los aspectos que hay que tener en cuenta.
Es ilustrativo saber que en los meses más gélidos del año, sobre todo por las mañanas, la temperatura del interior del coche es similar a la del exterior, por eso muchas mañanas tendremos que encender la calefacción y las diferentes resistencias eléctricas para descongelar las lunas trasera y delantera. ¿Sabías que este hábito redunda en un aumento del consumo de carburante? Por regla general se estima que este tiempo se pierde hasta un 25% del kilometraje.
Desde nuestra experiencia como taller en Sevilla vemos observado que los elementos que más sufren son los neumáticos, líquidos, limpiaparabrisas y la batería, principalmente. A continuación vamos a analizar con más detalles cada uno de ellos.
Hay que comenzar indicando que los cambios no se perciben de un día para otro, pero es cierto que si las bajas temperaturas se prolongan durante varios días pueden terminar afectando, sobre todo, si el coche tiene una edad más bien avanzada. Por ejemplo, debes saber que los elementos de goma y caucho como limpiaparabrisas o neumáticos pierden su elasticidad por debajo de los -10 grados centígrados. En cuanto a estos últimos hay que reseñar que las ruedas pierden presión cuanto más desciende la temperatura exterior. Tampoco hay que perder de vista que el líquido lavaparabrisas, si es agua, se congela a 0 grados, lo que también puede provocar que se forme una capa de hielo sobre la luna delantera de nuestro coche.
Referente a los líquidos y lubricantes, es conveniente saber que el aceite del motor pierde su viscosidad, generalmente, a partir de los -10 grados, aunque también depende del modelo elegido, pues existen algunos que lo hacen a más baja temperatura. Por fortuna, otros líquidos imprescindibles como el de frenos o el propio carburante tienen un punto de congelación bastante más alto (sobre los -40 grados).
Por último, como puede parecer lógico, las baterías también sufren mucho con el frío, pues al arrancar el coche tienen que descargar mayor carga de energía ya que esta operación se ralentiza en estos ambientes.